Sector privado, clave para la acción climática

Por Valeria Vidal

México acaba de ser testigo de un fenómeno meteorológico inédito que bien podría ser la norma como consecuencia del aumento de la temperatura y el cambio climático global. Ningún pronóstico pudo prever que el huracán Otis se intensificaría en tiempo récord, ni que su paso por Guerrero dejaría tal grado de destrucción. Por lo tanto, además de atender la emergencia y apoyar a las personas damnificadas, es necesario plantearnos cómo fortalecer los esfuerzos climáticos y, en esta tarea, las empresas juegan un papel crucial.

Hasta ahora, la principal responsabilidad de cumplir con los compromisos climáticos ha recaído en los gobiernos nacionales quienes, rebasados por las crisis derivadas de la pandemia y los recientes conflictos geopolíticos, han restado prioridad a esta agenda. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los compromisos nacionales globales de reducción de emisiones actuales carecen de ambición y no logran limitar el calentamiento a los 1.5°C establecidos en el Acuerdo de París. Además, a nivel global existe una brecha importante entre la definición de planes de adaptación a los efectos del cambio climático y su materialización en acciones puntuales, particularmente por la falta de fuentes de financiamiento que lo permitan.

Bajo este contexto, que las empresas adopten un papel más protagónico puede ser un determinante para sortear los múltiples retos que están frenando la ambición climática. El hecho de que existan empresas multi y transnacionales que generen ingresos que superan el valor de producción de países enteros da cuenta del gran potencial que tienen no solo para proveer financiamiento, sino también conocimiento y capacidades para agilizar el despliegue de energías limpias y acelerar el desarrollo de tecnologías menos contaminantes. Fortalecer los sistemas de pronóstico y alerta temprana, así como mejorar la resistencia de la infraestructura son también ejemplos de cómo las empresas pueden contribuir a la resiliencia de las comunidades y, con ello, evitar pérdidas materiales y humanas.

Actualmente, el impulso regulatorio y la creciente demanda de información por parte de los inversionistas y otros stakeholders ha provocado que, año con año, el número de empresas que reporta sobre sus estrategias de cambio climático vaya en aumento. A la fecha, se tiene registradas alrededor de 4,000 organizaciones que reportan bajo las recomendaciones del TCFD, el principal marco de divulgación de información relacionada con el clima. Estos dos principales ejes de presión, más que atenderse desde un enfoque reactivo, deben abordarse desde una perspectiva estratégica que oriente al desarrollo y fortalecimiento de estrategias corporativas de cambio climático alineadas con los objetivos nacionales y globales.

Hoy en día existen diversas iniciativas que nacen desde y para el sector privado, con el objetivo de ayudar a las empresas a reducir sus emisiones y a adaptarse mejor a los impactos futuros. Dos ejemplos claros son la iniciativa SBTi y la iniciativa ARISE.  Por un lado, el SBTi permite a las empresas definir objetivos robustos para limitar el calentamiento a los 1.5°C en función de la cuota que les corresponde del total de emisiones de cada país. Y, por el otro, ARISE proporciona una plataforma multiactor para articular los esfuerzos dirigidos a reducir los daños ocasionados por los efectos físicos del cambio climático y construir comunidades resilientes.

El cambio climático es el mayor riesgo para la humanidad, según el último reporte de riesgos del Foro Económico Mundial. Cada año experimentamos fenómenos como el huracán Otis que tan solo nos dan un vistazo de lo que podría ser nuestro futuro para el cual no estamos preparados. La agenda climática ha perdido fuerza en los últimos años y ahora más que nunca se requiere de acciones decisivas por parte de todos los sectores de la sociedad. En este sentido, el sector privado se vuelve un aliado clave para escalar la ambición climática, ya sea mediante la transferencia de capacidades y recursos, la definición de estrategias empresariales alineadas con los objetivos nacionales e internacionales, o bien, mediante la colaboración en iniciativas sectoriales. Entre más pronto las empresas decidan involucrarse de manera más activa, mejor preparados estaremos como sociedad para reducir y enfrentar los efectos del cambio climático.